miércoles, 9 de enero de 2013

Cuando echo gasolina ¿a dónde va a parar mi dinero?


Un día, mientras pagaba el combustible que acababa de repostar en mi coche pensé: ¿A donde irá a parar mi dinero?

¿Quien fija el precio del combustible?

Lógicamente, supuse que una parte sería para pagar el sueldo del amable empleado de la gasolinera que me estaba cobrando (y que antes también me rellenaba el depósito de gasoil, pero esos eran otros tiempos). Luego me convencí de que para su sueldo iría una parte muy pequeña de lo que yo pagaba, y de que seguramente la empresa tendría uno o varios dueños que se quedarían con algo más.

Después recordé haber leído que aproximadamente la mitad del precio que pagamos por la gasolina son impuestos.
Así que, de cada dos euros que pago, uno va para la hacienda del reino de España; que debería destinarlo a tapar los baches de las carreteras. Pero en realidad, ese euro (junto a los de tantos otros conductores) bien pudiera ser para construir aeropuertos en los que nunca vaya a aterrizar un avión, o líneas de tren de alta velocidad con estaciones en las que se baja un solo pasajero al día, o para pagar los “servicios” de alguno de los miles de asesores que han sido "colocados a dedo" en puestos públicos por sus amiguetes del poder, o que acabe de vuelta en una bolsa de basura llena de billetes para algún político corrupto, o en un jugoso sueldo para algún exparlamentario o exministro que, no satisfecho con el sueldo vitalicio que le pagamos entre todos, se vea ahora en el consejo de administración de cierta empresa, como pago a los favores prestados mientras estaba en el cargo (digámoslo sin tapujos: en pago por la traición a sus votantes). ¡Solo de pensarlo, me empezó a entrar una "mala leche" …!

Además, me vino a la mente una imagen que vi en Internet: un Rolls Royce chapado en oro que se había mandado hacer un jeque árabe, y de sus yates, mansiones, concubinas, etc. Y me dije: “Este es el que se queda con el otro euro”.
Aunque luego caí en la cuenta de que no todo el petróleo viene de oriente, sino que otra parte viene de Rusia. Cuando me acordé de los multimillonarios y las mafias surgidas de la extinta Unión Soviética, no fue ningún alivio, la verdad.


Desde ese día, cada vez que veo (con dolor) como pasan mi tarjeta por la ranura del lector de la estación de servicio, no puedo evitar pensar que, en cuestión de segundos, mi dinero estará en la cuenta bancaria de alguno de esos. Y no lo puedo evitar... ¡se me revuelven las tripas!


Resulta que, si lo pensamos bien, todos los que repostamos en las gasolineras les acabamos pagando a ellos. Parte de lo que ganamos con nuestro trabajo es para ellos.
Al final, ¡Acabamos todos siendo esclavos de esta gentuza!


Pero, ¿Sabéis lo que os digo? Que parte de la culpa es nuestra, por empeñarnos en movernos cada uno con nuestro propio coche.
Alguna vez, estando parados en un atasco de tráfico ¿os habéis fijado en que casi todos los coches llevan solo al conductor, aunque vayamos todos en la misma dirección? Usando los coches de este modo, desperdiciamos el combustible y todos tenemos que pasar por la gasolinera una vez a la semana.
Parece chocante que, en pleno siglo XXI, a nadie se le haya ocurrido hacer un "facebook o un linkedin para conductores", que sirva para organizarnos en usar mejor nuestros coches, ocupando las plazas libres con otras personas, mientras vamos de camino a nuestro destino.

Alguien debería hacerlo y así, por lo menos, podríamos pasar por la gasolinera solamente una vez al mes.

¡Soy un conductor indignado, que busca un modo de librarnos de esta esclavitud!


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